El diagnóstico mayoritario está ya sobre la
mesa: la gestión de UPN al frente del Gobierno de Nafarroa ha generado
graves déficits sociales, económicos y democráticos para los ciudadanos
del herrialde. Lo que no queda claro es cómo se articulará el cambio. En
el debate a ocho celebrado en Navarra Televisión solo Adolfo Araiz,
candidato de EH Bildu, abogó por un Ejecutivo plural con Geroa Bai,
Podemos e Izquierda-Ezkerra. El resto no quiso posicionarse, mientras el
PSN intentó presentarse como alternativa de la administración que
sostuvo esta legislatura.
El debate a ocho entre los candidatos a la presidencia del Gobierno
de Nafarroa sirvió para certificar que existe consenso en el rechazo al
desastre de gestión de UPN pero ambigüedad calculdada de cara a los
pactos postelectorales. Javier Esparza (UPN), Adolfo Araiz (EH Bildu),
Uxue Barkos (Geroa Bai), María Chivite (PSN), Laura Pérez (Podemos),
José Miguel Nuin (Izquierda-Ezkerra), Ana Beltrán (PP) y Diego Paños
(Ciudadanos) protagonizaron un debate más centrado en el balance que en
el futuro concreto y que se desarrolló en ocasiones en medio de un
descontrol que impedía que se escuchase ninguna de las propuestas. Solo
Adolfo Araiz, cabeza de lista de EH Bildu, dejó clara su apuesta para el
escenario que suceda a las urnas: un Ejecutivo plural junto a Geroa
Bai, Podemos e IU. Uxue Barkos, que compite por presentarse como líder
del cambio, no quiso mojarse y también dejó escapar un par de guiños
hacia María Chivite, candidata del PSN. Como ocurre habitualmente, lo
que no se dijo tuvo más relevancia que las proclamas, muy centradas en
el eslogan y con pocas concrecciones.
En la discusión quedó claro que a UPN, al menos retóricamente, no le
defiende nadie. Por eso, su candidato, Javier Esparza, salió agresivo,
repartiendo acusaciones. El tono se asemejó al empleado hace una semana
en el cara a cara con Adolfo Araiz pero dividiendo sus dardos entre el
cabeza de lista de EH Bildu y Uxue Barkos. Presentó una visión idílica
de Nafarroa y se aferró a sus dos propuestas económicas base: reducción
de impuestos y bajar el paro hasta el 10%, sin dar detalles sobre cómo
lo haría. En el bloque de transparencia incidió en la importancia del
control de la Cámara de Comptos («también hay que hacer caso a lo que
Comptos dice», le recordó Laura Pérez), obviando por completo todas las
ocasiones en las que la institución navarra advirtió al Gobierno foral
sobre el despilfarro. Sacó pecho de la actual gestión, aunque él se
sentía más cómodo con otro debate: insistir en el eslogan unionista y
dejar clara su frase de campaña: «Navarra es Navarra».
Entre Adolfo Araiz, Uxue Barkos, Laura Pérez y José Miguel Nuin se
encargaron de recordar todos y cada uno de los fracasos de la gestión de
los últimos años en cuestiones como la economía, la corrupción, la
educación y la sanidad. Desde el TAV hasta las listas de espera, pasando
por el desvío de recursos a la sanidad privada, las obras faraónicas
como el Navarra Arena o el peaje en la sombra, que ha costado más a los
bolsillos de los navarros que si la licitación se hubiese realizado a
través de la fórmul habitual. En medio de la catarata de despropósitos
Chivite intentó escenificar un desacuerdo difícil de casar con el apoyo
inicial al Gobierno de Yolanda Barcina, mientras que PP y Ciudadanos
hicieron de comparsas. Beltrán, tratando de reivindicar la gestión de
Mariano Rajoy en Madrid, mientras que Paños, colando en cuento tenía
ocasión su discurso recentralizador.
Como remedio a los desmanes, el candidato de EH Bildu planteó tanto
la creación de una oficina antifraude como la implantación de la moción
de censura popular como mecanismo de control para el Ejecutivo. Barkos,
por su parte, incidió en el papel de Comptos, abogando por el control
previo. Podemos e IU, por su parte, coincidieron en su propuesta de
banca pública, una idea secundada por EH Bildu pero descartada
abiertamente por Chivite (prefirió denominarle «instrumento público de
financiación») y ambiguamente por Barkos, que no entró en terminología.
Al margen del «Navarra es Navarra» en el que coincidieron UPN, PP y
PSN, y con el diagnóstico del fracaso del régimen sobre la mesa, faltaba
concretar cuál es el modelo para el futuro. Y eso faltó, salvo la
mención anterior de Araiz. Podemos delimitó el ámbito de sus futuros
pactos al «programa», sin entrar en las menciones a condenas realizadas
por la mañana por su líder en Madrid, Pablo Iglesias. Barkos, por su
parte, reivindicó el «cambio sereno, integrador y capaz que vaya en
defensa del interés general», sin entrar en siglas. Nuin destacó que el
cambio no puede ser «un intercambio de caras o siglas», sino «de
políticas y prioridades». Chivite, que intentó colarse en el bloque del
rechazo a UPN, se aferró al discurso «ni-ni», con su «ni derecha ni
independentismo vasco». A falta de concrecciones, Adolfo Araiz rechazó
los «presidencialismos y personalismos» y reclamó el voto para EH Bildu
por ser «garantía del cambio más profundo».
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